Juan de la Cruz e Ignacio Mazzieri fundaron DeRentas y encontraron un nicho alquilándoles vehículos a los conductores de apps. Pronto se lanzarán en Chile y Colombia.
Juan De la Cruz dejó su auto estacionado en la calle, cerca de su casa. Se iba de vacaciones a Nueva York y consideraba que las cocheras costaban demasiado. Cuando volvió, el vehículo ya no estaba.
Estuvo seis meses sin auto hasta que cobró la póliza por el robo y ahí se le ocurrió una idea. «Me había acostumbrado a andar sin auto, pero lo necesitaba para ir y volver desde CABA a Trenque Lauquen, donde está mi familia. Así que pensé en comprar un auto y alquilarlo cuando no lo usaba«, recuerda. Así nació DeRentas, que ya cuenta con una flota de más de 100 vehículos y el año pasado facturó $ 100 millones.
De la Cruz le comentó su idea a Ignacio Mazzieri, también trenquelauquense y COO de la startup. Ambos se habían mudado a Buenos Aires para estudiar para contador y abogado, respectivamente. Se asociaron e invirtieron US$ 10.000 para comprar el primer auto y hacer el MVP. Al principio lo habían pensado con los alquileres personales y por turismo como target, sin embargo, en ese momento descubrieron que había otro nicho por explotar.
«Hicimos mucho research y nos dimos cuenta de que el mundo de las apps de movilidad era un segmento que no estaba desarrollado y en el que había potencial», explica el emprendedor. Y detalla: «Solo en AMBA hay 200.000 cuentas activas y un 40 por ciento de los conductores trabaja con vehículos prestados o alquilados».
Eligieron el bootstrapping como modelo. Invirtieron todas las ganancias que generaban y, a través de créditos, consiguieron adquirir más autos. A su vez, sumaron a un tercer socio, Rodrigo Villanueva, que asumió como CTO para encargarse de la pata tech.
La compañía ofrece un plan diario, semanal o mensual para los alquileres, que oscilan entre $ 7000 y $ 10.000 por día, según el modelo y tipo de vehículo. DeRentas se hace cargo de la patente, servicio, mantenimiento y contingencias de cada auto, mientras que el usuario debe retirarlo y devolverlo en uno de los dos galpones que la firma. Estos están ubicados en Vicente López y Palermo. En tanto, también cuentan con cuatro talleres propios en territorio porteño para brindar soporte.
Hoy el 90 por ciento del negocio pasa por el alquiler para conductores que utilizan estos vehículos como herramienta de trabajo para diversas apps, desde movilidad como Uber y Cabify hasta repartos como Rappi y Mercado Envíos. «Si se va a utilizar para trabajar, se evalúa el historial crediticio del usuario. En cambio, si es para turismo se pide una tarjeta de crédito. Después no se necesita ningún otro aval», detalla De la Cruz, CEO del emprendimiento.
Este año planean dar su primer paso en el mercado internacional. Según cuentan, se encuentran en conversaciones con socios estratégicos en Santiago de Chile y Bogotá para replicar su modelo de negocio.
Por otro lado, indica De la Cruz, la demanda supera la oferta y, por lo tanto, proyectan incrementar su flota, que está compuesta íntegramente por sedanes y utilitarios. «Vamos a comprar 200 unidades por nuestra cuenta y estamos por lanzar un fideicomiso para que la gente pueda invertir en un vehículo. Ellos tendrán rentabilidad y a nosotros nos servirá para crecer más rápido». Con este plan esperan cubrir sumar entre 200 y 250 autos. «Un vehículo vale alrededor de US$ 12.000 y deja una ganancia neta mensual de $ 70.000. Son números que seducen».
En cifras
- Fundación: 2019
- Inversión inicial: US$ 10.000
- Facturación proyectada: $500 millones
- Cantidad de empleados: 15
La versión original de esta nota se publicó en el número 351 de revista Apertura.
fuente: El Cronista