La ausencia de lluvias desnuda cada vez más las costas argentinas y diferentes rubros económicos sufren las consecuencias de la falta de agua
La bajante extraordinaria que atraviesa el Río Paraná desde fines de 2019 genera múltiples problemas económicos. Desde baja producción de energía en Yacyretá a escasez de pesca y pérdidas millonarias en el complejo agroindustrial.
“Estimamos una pérdida superior a los US$ 620 millones en el embarque de subproductos del complejo soja (poroto, harinas y aceites) desde el Gran Rosario”, precisó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) para el período comprendido entre enero y septiembre del año pasado.
La causa son las dificultades para que los barcos naveguen el río. Esto incide directamente en la exportación de granos de la Argentina, explicó a LA NACION Juan Allegrino, licenciando en oceanografía física de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador de la Comisión Nacional del Limite Exterior de la Plataforma Continental (Copla): “Cuando los buques cargan menos en el Gran Rosario tienen que completar la carga en otros puertos. En el río Paraná, en Zárate o Ramallo también tienen problemas de calado. Entonces completan en Bahía Blanca o Quequén. Ahí se genera un costo logístico más alto y se pierde competitividad con Brasil fundamentalmente”.
En un informe publicado el 7 de julio de 2021, cuando a la altura del río Paraná en Rosario estaba en 18 centímetros, la BCR aseguró: “Lo que sucede en el Rio Paraná resulta determinante para que la logística pueda desarrollarse de manera eficiente. La situación actual presenta un panorama complicado”. Entre el 8 y 18 de enero de este año el hidrómetro arrojó cifras negativas de hasta -49 centímetros.
El Gran Rosario, zona denominada Up-River, abarca a los puertos ubicados desde Arroyo Seco a Timbúes y es la principal vía de salida de los productos del complejo agroindustrial argentino. Hace tres años se posicionó como el nodo portuario agroexportador más importante del mundo porque superó en toneladas despachadas a otros puertos de Estados Unidos y Brasil, aun cuando la bajante impidió que los buques carguen completamente sus bodegas. En 2019 los barcos zarparon con 37.000 toneladas menos de cereales en promedio cada uno. Al siguiente, el impacto fue menor porque salieron con 34.000 toneladas menos de media, pero en 2021 la cifra ascendió a 37.400 toneladas menos de promedio por cada uno.
La bajante extraordinaria obliga al sector exportador a modificar su operatividad y, en consiguiente, a asumir mayores costos para desarrollar sus aceitadas logísticas, lo cual también impacta en el toda la cadena de valor y los productores agropecuarios.
La obligación que tienen las embarcaciones de cargar menos toneladas en el Gran Rosario para poder navegar aguas abajo del río Paraná hace que tengan que completar sus bodegas en otros puertos, donde el precio de la mercadería es mayor. Generalmente, lo hacen en Bahía Blanca o Quequén, en Necochea. Se trata de zonas que “se benefician” de la situación, dijo Allegrino. Según el BCR, el año pasado “la carga de maíz” desde el puerto del sur de la Provincia de Buenos Aires “rompió récords históricos”.
También hay mayores gastos de transporte porque las barcazas que bajan por el afluente desde Chaco, Entre Ríos, Paraguay y Bolivia para dejar mercadería en el Up-River deben hacerlo con menos kilajes. Otro de los inconvenientes es la ralentización de los embarques, lo que lleva a dificultades operativas, saturación de almacenajes y demoras en el ritmo de la molienda.
La BCR precisó que en 2020 desde el Gran Rosario se despacharon el 70% de los granos y el 96% de los aceites vegetales y las harinas que exportó la Argentina a un valor aproximado de US$ 20.000 millones. La cifra equivalió al 37% de las exportaciones del país en todo el calendario.
Las pérdidas económicas estimadas por la Bolsa de Comercio rosarina corresponden a “sobreprecios que se pagan de logística”, indicó Allegrino, para quien “la incidencia sobre la economía del país es muy grande”. “También las economías regionales se ven muy afectadas por la bajante. Esto perjudica a Paraguay y Bolivia porque todo lo que baja por la Hidrovía está condicionado por la bajante extraordinaria del Paraná y Paraguay”, agregó.
En su último análisis, publicado a principios de este año, la Bolsa de Comercio de Rosario estimó que en 2021 en el Up-River se embarcaron unas 225.000 toneladas menos de granos, aceites y subproductos que en 2020. “La participación del Gran Rosario en los despachos totales cayó de 78% en 2020 a 74% en 2021, el menor registro desde el año 1998 cuando los muelles al norte y al sur de Rosario cargaban menos de 30 millones de toneladas en promedio”, detalló.
Para el corriente año “el panorama no es alentador”, estima la BCR. “De no quebrar la tendencia de la bajante del río Paraná, el tonelaje cargado en los buques podría continuar resintiéndose, impactando en pérdidas millonarias para la exportación de productos agroindustriales argentinos. También repercute castigando el precio de exportación de los principales productos que se despachan desde nuestra zona, como son el aceite y la harina de soja”, concluyó.
Por qué el río Paraná no tiene agua
Las costas del río Paraná en su tramo argentino, desde Puerto Iguazú hasta la desembocadura en el río de La Plata, están desnudas. Cuánto más al norte del país, menos caudal. “La bajante actual es extraordinaria por los niveles y la permanencia que tiene”, informó el licenciado Juan Allegrino.
Semanas atrás se viralizó un video en el que un hombre caminaba en medio del río a la altura de Rosario, donde el 12 de enero Prefectura midió con su hidrómetro en el puerto -49 centímetros y quebró una marca de 1969, cuando en esta época debería tener una altura de 3,5 metros. En el mismo período, en la ciudad de Santa Fe llegó a -22 centímetros, la menor cifra en los últimos 77 años.
“El factor determinante es la escasez de lluvia que se vienen registrando desde hace dos años en las cuencas del Paraná y del río Iguazú en Brasil, con pequeños repuntes que no alcanzan a normalizar la situación. También hay una bajante pronunciada e histórica en el río Paraguay. Los aportes que recibe el Paraná actualmente son muy escasos”, sostuvo Allegrino.
El licenciado adjudicó el faltante de precipitaciones a varios factores: “Hay diferentes cuestiones que pueden influir. Desde junio del 2019 a agosto del 2020 tuvimos un índice oceánico del Niño neutral. Desde 2020 a junio de 2021 los índices corresponden a la Niña. Actualmente estamos en período de Niña y seguramente el resto del verano y parte del otoño vamos a seguir en Niña”.
Hace casi 80 años el río Paraná también tuvo una bajante extraordinaria y, según Allegrino, es comparable con la actual, aunque por entonces “los niveles fueron más bajos todavía”. Por eso, descartó que el calentamiento global, que trae aparejado el cambio climático, sea el principal factor, aunque opinó que puede provocar que el evento se dé con mayor frecuencia: “Hoy tenemos que mirar 77 años atrás para encontrar algo tan crítico. Pero no podemos saber si desde ahora lo vamos a tener cada tres, cinco o diez años. Eso lo vamos a tener que mirar más adelante”.
Según informes del Instituto Nacional del Agua (INA), el nivel del río Paraná seguirá “en situación de bajante” e, incluso, por debajo de la línea de “aguas bajas” hasta, al menos, marzo.
Emir Diamante