Silvana Tenreyro es miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra y profesora de la London School of Economics. Fue premiada este año por sus investigaciones sobre política monetaria. Su historia.
El nombre de Silvana Tenreyro ganó notoriedad en los medios este año, cuando fue galardonada con el premio de la fundación europea Yrjö Jahnsson por su contribución en la investigación económica. Nacida en Tucumán, se graduó de economista en la universidad nacional de su provincia en 1997 y de ahí partió a Harvard, donde primero realizó un master y luego se doctoró, en 2002. Toda su carrera profesional y académica transcurrió en el exterior. Vive en Londres, donde desde 2017 es una de los nueve integrantes del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (responsable de definir el nivel de la tasa de interés) y también ejerce la docencia en la London School of Economics como profesora full time de macroeconomía.
«Crecí con preguntas económicas, con hiperinflación, alto desempleo, mucha desigualdad y pobreza, y la pregunta económica estaba presente. Siempre me interesó cómo resolver estos temas económicos«, cuenta Tenreyro a APERTURA desde la capital británica. Aunque vive en el exterior hace casi 25 años (tiene también ciudadanía inglesa e italiana), sigue muy de cerca lo que sucede en la Argentina y viaja al país una vez por año para visitar a su familia y amigos, cuenta. La híper de 1989, la convertibilidad, el aumento del desempleo desde 1995 y el salto de crisis en crisis influyeron durante la adolescencia y en la etapa universitaria de Tenreyro para moverla a buscar respuestas. Imposible abstraerse de la economía en la Argentina de ayer y de hoy.
Tenreyro recibió este año el premio por su aporte en la investigación focalizada en tres ejes, explica: el primero, cómo se transmite la política monetaria a la economía real (impacto en el empleo, crecimiento, distribución); el segundo, la contribución del comercio internacional y el desarrollo tecnológico a la estabilidad económica; y el tercero, más técnico, por sus modelos econométricos de comercio internacional.
«El premio fue una sorpresa, algo positivo, pero nunca pensé en términos de premios, nunca fue esa mi motivación», admite. «La vida continúa y tenés que seguir trabajando, no me cambió mucho».
En el Banco de Inglaterra era hasta el momento de esta entrevista la única mujer de los nueve miembros del comité que definen el rumbo de la libra esterlina (la entidad acaba de sumar otra economista). «El desafío intelectual de la función es ser capaz de poner todas las piezas del rompecabezas juntas y tomar decisiones. Muchas veces, las variables no se mueven en direcciones previsibles ni dan una pintura clara de lo que está pasando, entonces hay que analizar ideas y construir una narrativa. Por ejemplo, en el seguimiento del mercado de empleo, donde puede haber señales contradictorias. Nuestro trabajo es calibrar cuál es la tasa de interés óptima en un momento determinado y definir si necesitamos subir o bajar las tasas, guiados por un mandato muy claro, de una inflación del 2 por ciento anual«, describe su labor.
«La economía sigue siendo una disciplina dominada por los hombres, aun cuando se ven más mujeres en los niveles iniciales. Pero incluso en Estados Unidos y en Europa todavía hay pocas mujeres en puestos de decisión», comenta sobre el hecho de haber sido la única mujer en el Comité de Política Monetaria durante los últimos cuatro años. Igual, dice que la transición dentro del Banco de Inglaterra no le costó porque venía acostumbrada de su etapa académica a trabajar solo con economistas hombres. «Quizás el desafío era para los hombres, hasta que entienden que pueden tener una conversación intelectual rigurosa con una mujer, se adaptan y cambian su visión. Hoy parece natural», señala. Lo que sí le costó, confiesa, fue la etapa de posgrado en Estados Unidos, mientras hacía el doctorado, porque casi no había economistas mujeres cursando y menos, en la especialización en macroeconomía, como era su caso. «La forma en que se discutía no me parecía normal, eran discusiones agresivas, confrontativas en vez de ser constructivas. Poco cooperativo para la idea que yo tenía sobre lo que debía ser. Eso cambió mucho hoy en la economía», destaca.
Por sus funciones en el Banco de Inglaterra y su perfil académico (que la lleva a alejarse de las declaraciones resonantes o los pronósticos concluyentes), Tenreyro no puede (ni quiere) abrir juicios sobre la coyuntura económica local ni sobre medidas específicas. Pero la pregunta es inevitable: «¿Cómo es vista la Argentina hoy en el exterior? Se la ve como un ejemplo extraño, como el éxito que no pudo ser. Un país con muchísimo potencial económico, gran capital humano, recursos naturales, pero sistemáticamente mal administrado. Es la visión que se tiene», resume, no sin dolor.
Y con mirada histórica sobre los conflictos recurrentes de las últimas décadas, apunta que se observa rigidez e incluso cierta arrogancia para aprender de los casos exitosos de otros países que vivieron situaciones similares y lograron resolver problemas. «Hay casi una negativa a aprender de la experiencia de otros países. Ahí veo una parte de lo que nos traba. Cerrarnos a ideas de afuera que están probadas y testeadas», reflexiona con voz argentina, aunque se note en su acento que no habla español todos los días.
Este diciembre espera venir de visita a Tucumán con su familia (marido y dos hijos varones de 14 y 13 años), a pasar tiempo en Tafí del Valle y recorrer el norte. Sus hijos son ingleses pero vienen una vez por año al país, como ella. Y tienen la camiseta de Messi, por supuesto.